domingo, octubre 08, 2006

La verdadera humanidad de Fidel Castro está en este libro

El libro ¨Cien horas con Fidel¨ es una lección de historia moderna que el mundo entero debería conocer, sobre todo América Latina, en este libro maravilloso se abordan los temas más polémicos de la historia de la Cuba revolucionaria y comunista, guiados por el genio de Fidel Castro, somos trasladados por las situaciones más delicadas que ha vivido el mundo y sobre todo Cuba en los últimos años.
Este libro es sobre todo una demostración de que la revolución cubana no es Fidel Castro, aunque este sea su figura representativa, es el pueblo el principal protagonista de esta historia que tanto enorgullece a todos los que vivien en esta isla del Caribe, que se ha convertido en símbolo de libertad para los pueblos del mundo.


Tomado de Juventud Rebelde
En exclusiva para el diario Juventud Rebelde, conversaciones con Ignacio Ramonet, autor de Cien horas con Fidel
Por: Rosa Miriam Elizalde
Correo: digital@jrebelde.cip.cu
08 de octubre de 2006 01:02:46 GMT

La conversación se inicia antes de la ronda de preguntas, en una entrevista que pasa por la emboscada de las cámaras. Se filmará para la Mesa Redonda de la Televisión Cubana, y mientras los técnicos y camarógrafos improvisan el set, a Ignacio Ramonet se le ve distendido y hasta bromeamos sobre un hecho aplastante: en sus intensas Cien horas con Fidel está casi todo lo que la humanidad periodística, de un lado y del otro de la verja política que indudablemente separa el ejercicio de nuestra profesión, habría querido preguntarle alguna vez al Comandante en Jefe.

«Usted es un gandío; no le ha dejado nada a sus colegas. Ni una hora». Y él se ríe, y casi se disculpa, y luego, en serio, comentamos las últimas noticias editoriales. «Está agotada en España la primera edición, y casi la segunda. Vamos para la tercera, que será idéntica a la que tendrán los lectores cubanos», cuenta. Las versiones en inglés, portugués y francés vuelan en las librerías, mientras se concilian contratos en otras lenguas. Ramonet acaba de pasar por Japón, donde firmó un acuerdo para la traducción y publicación del libro en ese país, y tiene noticias de que tres editores surcoreanos se disputan la edición príncipe en ese idioma. En Estados Unidos, donde se distribuyeron más de 40 000 ejemplares, el libro se vende en circuitos populares, con gran éxito.

Mientras habla, su expresión es de asombro. Reconoce que el libro ha navegado con enorme suerte, a pesar de la campaña internacional que se desató antes de que saliera de imprenta y a que celebraron por anticipado el hundimiento no solo de estas Cien horas con Fidel, sino de la credibilidad profesional del autor.

Pero de eso hablaremos más adelante, porque ahora se han encendido las luces, corre la cinta de la cámara y, por desgracia, no disponemos de cien horas, sino de solo 30 minutos para conversar, antes de que él salga apurado por la puerta a cumplir un intensísimo programa de presentaciones en medio mundo, empezando por Cuba.

CIEN HORAS CON FIDEL

—El pasado 16 de mayo usted presentó la primera edición del libro, que tenía unas 700 páginas. Pocos meses después, esta segunda edición tiene exactamente 800 páginas. ¿No debería llamarse ahora este volumen Más de Cien horas con Fidel?

—En realidad, las horas que yo pasé con él son las mismas. Lo que ha aumentado entre la primera y la segunda edición son las horas que Fidel ha pasado trabajando sobre sus mismas respuestas. La diferencia entre las dos ediciones es que en la primera él solo había podido ver rápidamente el volumen por falta de tiempo y por sus obligaciones. En la presentación de la primera edición, él mismo se dio cuenta, al releer el libro, que era necesario añadir precisiones que solo él podía hacer.

—No solo precisiones. Hay también importantes novedades.

—Son precisiones alargadas. Por ejemplo, voy a citar tres o cuatro que son importantes añadidos, porque como dice usted entre la primera y la segunda edición hay casi cien páginas de diferencia, sin contar las mil y una modificaciones que ha hecho, más bien de estilo. En la primera versión, se había conservado el tono conversacional, mientras que ahora le ha querido dar un carácter más escrito, porque se trata, lógicamente, de un libro.

—¿Qué modificaciones hay? ¿Qué añadidos?

—En la primera parte ha incluido múltiples modificaciones que describen mejor aún la infancia de un niño en el campo de la provincia del Oriente de Cuba entre los años 20 y 30. En la primera edición había un desequilibrio, que era un poco culpa mía, porque le hice muchas preguntas sobre el padre y pocas sobre la madre. Ahora añade unos párrafos muy personales, muy emotivos, sobre su mamá, que no se encuentran en declaraciones y libros anteriores a este.

«Otro añadido importante está en el capítulo de la Crisis de Octubre, donde incorporó a su respuesta las cartas que él le envió a Nikita Jruschov. No son inéditas, pero no todo el mundo las conocía. Él las entrega para que la gente pueda entender mejor las circunstancias en que se produjo una de las crisis más graves que haya vivido el mundo en los últimos 50 años».

—Absolutamente inéditas son las cartas que Fidel le envió a Saddam Hussein, y que aparecen por vez primera aquí.

—Cuando hablamos de la crisis de la guerra en Iraq, él me dijo: «Yo hasta le mandé un mensaje a Saddam Hussein, incitándolo a demostrar que no tenía armas de destrucción masiva y a que evitara el ataque». Eso aparece en la primera edición. En esta versión figuran, por primera vez y de manera integral, dos cartas que le envió después de la invasión de Iraq a Kuwait, a inicios de los ’90.

«También, está la versión más completa que haya dado él del golpe de Estado de abril de 2002, contra Chávez en Venezuela».

—Usted tuvo una gran primicia, porque es la primera vez que Fidel hace el relato detallado de los hechos relacionados con el golpe de estado en Venezuela y el retorno del presidente Hugo Chávez a Miraflores.

—Exacto. En la primera edición se entendía que él había participado, pero con muchos menos elementos. Mientras que aquí reproduce en detalle las conversaciones telefónicas que sostuvo con Chávez, con diferentes generales, etc., y se ve muy bien cómo él mismo vivió ese golpe de Estado. Creo que su intervención fue decisiva para que los hechos cambiasen en Venezuela en aquellos días.

—Usted ha hecho énfasis en que este libro de entrevistas no es un interrogatorio. ¿Qué quiere decir exactamente?

—Muchas personas en Europa, en España especialmente, me han dicho: «Usted no ha sido muy crítico, no le hace las preguntas molestas». He contestado que aquí están casi todas las preguntas sobre aspectos que se pueden discutir y algunos controvertidos en esta larga experiencia de casi 50 años de la Revolución cubana. Lo que no están hechas con un tono agresivo, ni con un tono de interrogatorio. El interrogatorio es para la policía. Un periodista no interroga. Un periodista hace preguntas, y la responsabilidad de las respuestas la tiene el entrevistado.

«Quería que tuviésemos una conversación. Lo he dicho otras veces: él jamás me planteó ninguna condición. Él se dejó llevar por donde yo decidí conducir la entrevista. Y no se me ocurrió jamás el interrogatorio, porque yo sabía que cualquier pregunta, por delicada que fuera, él la iba a contestar, con argumentos serenos y de peso. Y fue lo que ocurrió.

«Cualquier persona que lea este libro sin una opinión decidida, a favor o en contra de la Revolución, encuentra en las respuestas de Fidel una argumentación. No se excluyen muchos aspectos de la experiencia cubana que pueden considerarse problemáticos, a los que él siempre da una respuesta, a mi juicio, honesta y documentada».

—Entre mis notas del día en que se presentó la primera edición del libro, en el Palacio de las Convenciones, aparece esta frase de Fidel: «No fue una entrevista complaciente, a pesar de que las sabandijas lo han acusado de ello». También lo acusaron de que la entrevista era falsa, las fotos eran trucadas y de otras cosas. ¿Por qué se produjo esta reacción?

—En Europa existe la tradición de que, antes de salir el libro a la venta, si este es considerado interesante, los periódicos le piden al editor un extracto, que se publica días antes de la aparición del texto en librerías. Un gran periódico español (El País) le pidió la autorización al editor. Se publicó un fragmento amplio del último capítulo, el XXVI, que se llama «Después de Fidel qué». El documento iba ilustrado con una fotografía de la entrevista, en la que estamos Fidel y yo, conversando. Allí él habla de lo que podría ocurrir el día en que deje de tener la responsabilidad que tiene en Cuba. Apenas salió este fragmento, inmediatamente empezaron las críticas hostiles.

«Lo primero que se dijo fue: “Es una falsa entrevista. Ramonet no ha podido entrevistar a Fidel Castro, porque él lleva semanas muerto”. Segundo: “Es falsa, porque una parte de las respuestas está sacada de discursos”. Y tercero: “La fotografía es un montaje; se ha pegado una fotografía de Ramonet sentado en una silla, con otra, de otro momento, donde está Fidel”».

«Sin salir aún el libro, ya había un debate. La prensa, particularmente la de Miami, comenzó a especular. Titularon: “Periodista publica falsa entrevista con Fidel Castro”, y ese tipo de cosas. Cuando salió el libro, se dieron cuenta de que era muy difícil inventarse una entrevista de 700 páginas. Hubiera sido un trabajo extremadamente complicado. Y por otra parte, yo siempre expliqué que Fidel me autorizó —en algunas preguntas donde su respuesta era “Eso ya lo he contestado en tal artículo o tal discurso”— a reproducir esas ideas, de lo cual estuvo al tanto y en principio revisó.

Ilustración del libro Cien Horas con Fidel de Ignacio Ramonet«Las fotografías eran tan evidentemente reales, que se podían contrastar con una serie de documentales para la televisión, con siete horas de filmación, que se difundieron en muchos canales en Europa antes de la salida del libro. «En España se vendió el libro en grandes almacenes y librerías, acompañado de un DVD, con una hora de la entrevista. Se ve a Fidel dando las respuestas que estaban en el periódico. No hay trucos.

«Todos estos ataques, que no me sorprendieron, porque siempre que se habla de Cuba hay polémica, acabaron por derrumbarse. El libro ha circulado con mucho éxito».

—Pero no solo hubo ataques verbales, sino también represalias. En esos días usted fue expulsado de La voz de Galicia, junto a Ramón Chao y el director de ese diario.

—Exacto. La simple publicación de la entrevista con Fidel me valió que me cerraran el contrato en ese periódico, donde yo publicaba una crónica semanal. A pesar de que era muy conocido que estaba trabajando en ese libro, pues me pasé más de tres años sobre ese proyecto. Junto conmigo, salió del diario mi amigo Ramón Chao, que tenía una posición solidaria. Fue una represalia, claro.

—Maravillas de la libertad de prensa...

—Se da continuamente esta situación. Acusan a Cuba de tal o cual abuso, pero en realidad el abuso yo lo he padecido, porque he sido víctima de censura, en particular en España, simplemente por hacer mi trabajo de periodista. Este es el libro de un periodista. ¿Es necesario este libro? Sí, es necesario. De Fidel Castro y de Cuba se habla mucho, todo el tiempo, pero nunca se les da la palabra.

«En encuentros con lectores en España he conversado con gente que no necesariamente tiene una postura favorable a la Revolución cubana, y me ha dicho: “Por fin hemos podido ver los argumentos de Fidel Castro, y son sólidos”.

«Fidel Castro es una de las personas más censuradas en los medios de comunicación: se habla de él, pero no se le da la palabra. Eso no es correcto. Me parece que lo normal es que un periodista le dé la palabra a quien no la tiene. Si a esa persona además se le critica o se le hacen reproches, lo lógico es que pueda explicarse».

—Fidel ha estado trabajando duramente en el libro, antes y después de la operación. ¿Ha seguido usted al tanto de la reescritura?

—Constantemente nos hemos estado comunicando, a través de los asistentes de Fidel. Desde el día de la presentación en que él se comprometió a revisar el libro completamente, porque no lo había podido hacer a fondo, como quería, él se dedicó a esa tarea con mucha energía, con mucho entusiasmo, y yo, por supuesto, estaba al tanto. Teníamos proyectado presentar el libro en ocasión de su cumpleaños, y yo iba a venir antes para trabajar juntos en el avance de esa corrección, de esa reescritura.

«Espero que el esfuerzo que él hizo para escribir el libro no haya sido en parte la causa de su fatiga, de su enfermedad. Lo espero, porque me sentiría culpable. Conozco, también, porque él lo ha dicho, que apenas empezó a recuperarse consagró mucha energía al libro. A pesar de que su estado era de cuidado, como el de cualquiera después de una operación como la que él padeció. Él quería terminar a toda costa este libro para que estuviese listo para la Cumbre de los No Alineados».

—Fue su regalo especial para los Jefes de Estado...

—Ese esfuerzo es admirable. Testimonia el carácter de la persona. A pesar de que estaba disminuido físicamente, por la operación claro, su energía la consagró a trabajar, de manera muy seria. Cada uno podrá comparar la primera edición con la segunda, y verá las miles de modificaciones que hizo. Cumplió lo prometido, y el libro salió a tiempo.

—¿Cuándo y cómo se enteró de que su entrevistado había sido sometido a una operación muy delicada y su vida corría peligro?

—Fíjese, yo estaba en aquel momento bastante aislado. Hacía senderismo en Los Alpes, con mi esposa y mis hijos. Había cortado el ordenador, el televisor y el teléfono —bueno, el teléfono no, ya uno no vive sin él. Pero estaba en una zona tan alta y tan aislada, que el teléfono celular no tenía cobertura. Iba por un senderito y de pronto milagrosamente mi teléfono sonó. Era Radio Caracol, de Bogotá, Colombia. Y me dicen: «La televisión cubana ha informado que Fidel Castro ha sido sometido a una operación. ¿Qué comentario le merece a usted esto?». Así me enteré. Salí inmediatamente a buscar la televisión, y vi a nuestro amigo Carlitos Valenciaga —la televisión francesa y todas las televisoras del mundo transmitieron la proclama que él leyó—. Tuve una gran preocupación, como mucha gente en todo el mundo.

—Yo estaba en España ese 31 de julio. La prensa allá reaccionó primero con morbo y después con estupor: no entendían por qué había tanta serenidad y tranquilidad en Cuba. Junto a todo eso sobrevino una avalancha de opiniones de los «transiciólogos». ¿A usted le sorprendió la reacción del pueblo cubano?

—Desde luego que no me sorprendió. La mejor prueba es que yo abordo el tema en la introducción del libro, algo que también me ha sido reprochado con frecuencia. Si recuerdas, digo que mucha gente especula sobre lo que ocurrirá en Cuba el día en que Fidel, por cualquier razón natural, ya no esté. Sobre todo, porque comparan a Cuba con lo que pasó en los países del Este, cuando se hundió la Unión Soviética. Y añado en la introducción: se equivocan. En Cuba no pasará nada de esto, porque sencillamente Cuba no es un país del Este, donde la Revolución fue traída por soldados de la Unión Soviética. En Europa no surgió del interior de esas sociedades, aunque hubiese personas que deseaban esa Revolución. Mientras que en Cuba la Revolución fue un fenómeno endógeno, surgido aquí, ligado a su historia.

«Por otra parte, por mucho que la gente especule sobre el descontento que pudiera haber, la mayoría de la población se adhiere a este sistema. Cuando aquí se produce este accidente de salud, cuando de manera institucional hay una transmisión provisional de responsabilidades, lo que está pasando era lo que podíamos predecir que iba a pasar. A mí no me sorprendió, como no le sorprendió a usted, y a muchísima gente. Era lo más natural.

«Especular lo contrario proviene de la gente que se engaña con sus propias mentiras. Que acaba por creer sus propias mentiras y pierde la capacidad del análisis objetivo para ver una realidad. Este es un país donde, en 47 años, no ha habido insurrecciones populares, como las ocurridas en los países del Este. Esto tiene alguna significación, y no se puede explicar con el argumento de la represión. A pesar de la represión, se sublevó la gente en Polonia, en la República Democrática Alemana, en Rumania y en Checoslovaquia. En Cuba, la reacción de la gente no tiene que ver con la represión.

«Los “transiciólogos” deberían haber leído el libro. Fidel en un momento dado me pregunta: “¿Usted me está hablando de la transición?”. Y yo le respondo: “Sí, sí, de la transición. Hábleme de ella”. Y lo aborda de la manera más natural. “En este país hemos tenido que hablar de eso desde el principio”, dice. “Porque ha habido 600 tentativas de atentado contra mí. Hemos tenido que pensar desde el principio qué pasaría, si yo no estuviera aquí”. La manera en que se va a dar esa transición está más que institucionalizada. Por tanto, la sorpresa solo fue para la gente que no quería ver la realidad».

—¿Es verdad que usted fue miembro de una célula «castrista» en Tánger?

—Tanto como célula no, porque el grupo lo creé yo. Cuando yo era niño, tendría 12 o 13 años, en 1956, frecuentaba una peluquería en Tánger. El peluquero era un señor que había estado mucho tiempo en Cuba, español pero apegado a la Isla. La revista que él ponía para entretener la espera de los clientes, era Bohemia. Curiosamente yo empecé a leer en la Bohemia, en sus páginas color salmón, las crónicas rojas con testimonios de las represalias de la dictadura. Una cosa llevó a la otra: descubrí la personalidad de Fidel Castro, las acciones del Movimiento 26 de Julio. La prensa no hablaba de esto aún. Cuba ni se conocía. Estaba demasiado lejos de las preocupaciones internacionales. Pero yo creé en el Instituto un pequeño grupo de simpatizantes castristas y del Movimiento 26 de Julio. Habíamos seguido el rapto de Fangio, del que se habló un poco. Seguimos los progresos hasta el triunfo de la Revolución, que sí fue un suceso que recogió la prensa internacional.

—¿Por qué ha dicho que muy tempranamente fue simpatizante de esta Revolución y no de otra?

—Yo vivía en Tánger, Marruecos, y lo que me preocupaba, siendo todavía niño —como a muchas personas de mi generación— era la descolonización. Nací en 1943. No pertenezco a la generación cuya verdadera batalla ha sido el fascismo-antifascismo. Esa fue la generación de mis padres: mi padre hizo la guerra de España; mi madre era militante sindical.

«Pertenezco a una generación cuya batalla central, durante su adolescencia y los primeros años de la edad adulta, es colonialismo-anticolonialismo. En particular, la liberación de los países colonizados. En primer lugar, de Marruecos, que se independizó en 1956, después de una lucha interna. Y también de Argelia, país vecino donde yo había vivido, que comenzó su lucha por la descolonización en 1954. Cuando apareció Cuba en mi vida, estábamos en plena guerra de Argelia. Y en la clase donde yo estaba estudiando, algunos compañeros míos eran argelinos refugiados en Tánger por la represión en su país.

«En ese contexto, lo que ocurría en Cuba lo valorábamos como la lucha por la liberación de un tipo de colonialismo, que se traducía en el imperialismo o el neocolonialismo del régimen que tenían ustedes aquí. Por eso la Revolución cubana nos parecía algo muy original —no era del tipo soviético y tampoco se parecía a la china. Era y es muy singular, y surge a partir de una tradición histórica, aunque hay influencias marxista-leninistas. Estaba la ascendencia martiana, que en aquel momento yo no podía identificar, que le da un carácter de entroncamiento con el movimiento de liberación latinoamericano, cosa que está muy bien explicada por Fidel en el libro, en el primer capítulo. Dice que la Revolución cubana tiene mucho que ver con la liberación de América Latina y las guerras de independencia, y que se inscribe en ese tipo de trayectoria. Y no en otra».

—«Hoy Ramonet me conoce más a mí que yo mismo». Lo dijo Fidel. ¿Es verdad eso?

—No, en lo absoluto. Lo dice porque es muy generoso. Solo he podido compartir con él unos días de su larga vida, en esa conversación. He tratado de dar mi visión de él, de su vida cotidiana profesional, e intenté traducir eso de manera honesta y objetiva. Él es así, como se describe en el libro. No es un ser doble: no es de una manera en un momento, y otras veces de otra. Creo que si uno lo ve regularmente durante una semana o durante diez días seguidos, se da perfecta cuenta de que él es así, sin comportamientos ocultos, o diferentes, o contrarios. Por supuesto que hay muchísima gente que lo conoce más que yo, porque lo han frecuentado durante años a lo largo de su vida.

«El interés que despierta el libro se debe a que, a lo largo de esta conversación, él cuenta su vida. Una vida vista desde el interior. El libro tiene un argumento casi de novela policiaca, que es: ¿cómo este niño de Birán se transforma en Fidel Castro? ¿Cómo un niño nacido en un pueblo que ni siquiera es un pueblo, en un contexto rural y poco desarrollado —sin electricidad, sin casi nada—, en una familia relativamente conservadora, educado en escuelas religiosas católicas conservadoras; cómo ese niño, repito, se transforma en uno de los principales revolucionarios del siglo XX? Este es el misterio y el hilo conductor de la conversación».

—En la presentación de su libro en España, una escritora a la que admiro muchísimo, Belén Gopegui, aseguraba que «en los días más oscuros, como en los días más claros, la historia que se cuenta en este libro va a permanecer». Los cubanos sabemos muy bien que esta historia, efectivamente, perdurará. ¿Y el libro? ¿Qué perdurará de esta edición que pronto tendrán en sus manos los cubanos?

—A mí me gustaría que quedase de este libro la posibilidad que tiene el lector de acercarse, de manera muy íntima y muy personal, a alguien como Fidel Castro. Alguien que siendo una persona muy pública, es también muy reservado. Un hombre tímido, al que no le gusta hablar de sí. El lector y la lectora van a seguir una conversación en la que él habla de él, aunque se esté refiriendo a la política internacional, a la gran política, y a la Revolución. Cuando se refiere a hechos aparentemente ajenos, uno siente que está hablando en definitiva de él mismo, de su visión de procesos esenciales en los que ha estado involucrado.

«Lo trascendente del libro es este acompañamiento, esta cercanía a una de las personalidades que más ha marcado la segunda mitad del siglo XX y el principio del XXI. Una persona que no es nada arrogante, que por momentos trata de reducir su propio papel, sin que esto lo disminuya —todo lo contrario—. Alguien que reconoce que ha tenido tal o cual duda. Honestamente, creo que la personalidad y la verdadera humanidad de Fidel Castro están en este libro».

6 comentarios:

QBANOLIBRE dijo...

Melkor,
Estas alabando a un dictador y a un regimen no democratico. Si te criaste con la revolucion, te falta mucho que aprender sobre la libertad y sobre el mundo libre. Abre tus ojos y tu mente y piensa si lo que te dicen concuerda con la logica. Soy Cubano y joven. Quiero un pais libre. No una dictadura de dos hermanos que se apoderaron de un pais que aunque no perfecto no era lo que te han dicho. No se adonde empezar. Te tienen completamente enganado. La prostitucion si es normal ahora; sabes lo que son jineteras? La tortura y la oppresion si es realidad en la Cuba communista del tirano castro, Que te pasaria si te paras en una esquina y gritas abajo fidel? Te desapareses. Eso no pasa en ningun pais civilizado y democratico. Porque hay libertad. Puedes leer un libro que hable mal o cuestione la revolucion? No, porque son prohibidos. En los paises libres, como Brasil, Mexico, Argentina, EEUU, Espana, puedes leer y encontrar libros desde los nazis hasta el famoso libro que me recomiendas. En Cuba no se puede por que el sistema le tema a la verdad. El sistema sabe muy bien que el flujo de informacion libre y el debate de ideas no le conviene. Mi final recomendacion es que te leas las estadisticas de la ONU en relacion a Cuba antes del 1959, mira a tu alrededorm, en La Habana quizas veas testimonios de un paraiso perdido, de una sociedad que progresaba, que era mas avanzada que mucho paises Europeos y estaba al frente en latino America. Quitate las bendas y has como el Papa Juan Pablo pidio, habre tu corazon, habre tu mente y seras libre algun dia....saludos de un Cubano como tu...CUBA SERA LIBR

QBANOLIBRE dijo...

Che Guevara: 39 Years of Hype

Humberto Fontova
Thursday, Oct. 5, 2006

Thirty-nine years ago this week, Ernesto "Che" Guevara got a major dose of his own medicine. Without trial he was declared a murderer, stood against a wall and shot. Historically speaking, justice has rarely been better served. If the saying "What goes around comes around" ever fit, it's here.

The number of men Che's "revolutionary tribunals" condemned to death in the identical manner range from 400 to 1,892. The number of defenseless men (and boys) Che personally murdered with his own pistol runs into the dozens. Imagine Charles Manson, Ted Bundy and Son of Sam T-shirts on such as Johnny Depp and Prince Harry. Granted, these last three didn't match Che's murder tally.

"Executions?" Che Guevara exclaimed while addressing the hallowed halls of the U.N. General Assembly on December 9, 1964. "Certainly we execute!" he declared, to the claps and cheers of that august body. "And we will continue executing (emphasis HIS) as long as it is necessary! This is a war to the DEATH against the revolution's enemies!"

According to the Black Book of Communism, those firing-squad executions had reached around 10,000 by that time. Sloboban Milosevic, by the way, went on trial for allegedly ordering 8,000 executions. The charge against him by the same U.N. that deliriously applauded Che Guevara's proud proclamation was "genocide."

The "revolution's enemies" bound, gagged and murdered by Che and his henchmen were among the most enterprising and valiant fighters of the 20th century. These Cuban freedom fighters rank alongside the Polish Home Army and the Hungarian Freedom Fighters. They fought just as valiantly, as desperately – and, ultimately, just as hopelessly. They fought to the last bullet and usually to the death.

Most heartbreaking of all, they fought alone and abandoned. They specialized in ripping off their gags and blindfolds to yell "VIVA CRISTO REY!" or "VIVA CUBA LIBRE!" or "ABAJO COMUNISMO!" before the bullets shattered their bodies and the coup de grace from Che's henchman shattered their skulls.

The few survivors live today in places like Miami and New Jersey and qualify as the longest-suffering political prisoners in modern history. But you'll look for their stories on the History Channel and PBS and in The New York Times, etc., in vain. They fought the Left's premier pinup boys, you see. So their heroism doesn't qualify as politically correct drama.

To be ignored would be bad enough. Instead, whenever they are acknowledged, the mainstream media (MSM) parrot the Castroite slander against them of "terrorists" and "mafiosi." It's a tribute to the MSM and academia's incurable obtuseness and imbecility that they still depict Castro/Che as the "plucky underdogs" against an aggressive colossus – when that colossus was in fact protecting Castro's regime, as pledged to Nikita Khrushchev by JFK in October 1962.

"I don't need proof to execute a man," snapped Che to a judicial underling in 1959. "I only need proof that it's necessary to execute him!"

Not that you'd surmise any of the above from the mainstream media or academia – much less from Hollywood. From the high priests of the fourth estate Che Guevara receives only accolades. Time magazine, for instance, honors Che Guevara among "The 100 Most Important People of the Century."

The man who declared, "A revolutionary must become a cold killing machine motivated by pure hate" (and who set a spirited example), who boasted that he executed from "revolutionary conviction" rather than from any "archaic bourgeois details" like judicial evidence, and who urged "atomic extermination" as the final solution for those American "hyenas" (and came hearth-thumpingly close with nuclear missiles in October 1962) is hailed by Time not just among the "most important" people of the century – but in the "Heroes and Icons" section, alongside Anne Frank, Andrei Sakharov and Rosa Parks.

"If the nuclear missiles had remained, we would have used them against the very heart of America, including New York City," Che Guevara confided to the London Daily Worker in November 1962. "We will march the path of victory even if it costs millions of atomic victims. ... We must keep our hatred alive and fan it to paroxysm." This was Che's prescription for America almost half a century before Osama bin Laden, Mullah Omar and Al-Zarqawi appeared on our radar screens.

But for the prudence of Nikita Khrushchev, Che Guevara's fondest wish would have made New York's 9/11 explosions appear like an errant cherry bomb. Yet listed alongside Che Guevara in Time's "Heroes and Icons of the Century" is Mother Teresa. From here the ironies only get richer.

The most popular version of the Che T-shirt, for instance, sports the slogan "Fight Oppression" under his famous face. This is the face of a man who co-founded a regime that jailed more of its subjects than did Hitler's or Stalin's and declared that "individualism must disappear!"

In 1959, with the help of Soviet GRU agents, the man celebrated on that T-shirt helped found, train and indoctrinate Cuba's secret police. "Always interrogate your prisoners at night," Che ordered his goons. "A man's resistance is always lower at night." Today the world's largest Che mural adorns Cuba's Ministry of the Interior, the headquarters for Cuba's KGB- and STASI-trained secret police. Nothing could be more fitting.

Yet somehow, this same image is considered the height of hipness on everything from shirts, watches and snowboards to thong underwear and an undisclosed location on Angelina Jolie's epidermis. Ms. Jolie, by the way, recently won the U.N.'s Global Humanitarian Award for her work with refugees.

Will someone please inform Angelina Jolie that her tattoo idol, with his firing squads and prison camps, provoked one of the biggest refugee crises in the history of this hemisphere? On top of the 2 million who made it with only the clothes on their backs, the Cuban Archives Project meticulously compiled and documented by scholars Maria Werlau and Dr. Armando Lago, estimates that close to 80,000 Cubans have died of thirst and exposure, drowned, or been ripped apart by sharks while attempting to flee the handiwork of the man "Ms. Global Humanitarian" honors by having him permanently emblazoned on her skin.

Yet prior to Fidel and Che's glorious reign, Cuba took in more immigrants (primarily from Europe) as a percentage of population than the U.S, and this includes the Ellis Island years. Prior to the glorious Cuban revolution, people were as desperate to ENTER Cuba (especially from neighboring Haiti and Jamaica) as they are now to EXIT Cuba (at extreme risk to life and limb). Perhaps Castro acolyte Charlie Rangel can explain this? Perhaps Jesse "Viva Fidel! Viva Che!" Jackson can explain it?

Not that ignorance, willful or otherwise, is exactly rare on the topic of Cuba or Che Guevara. When Carlos Santana and Eric Burdon (among many other rockers) smugly sport their elegant Che T-shirts, they plug a regime that in the mid- to late '60s rounded up "roqueros" (Cuban rock-and-roll fans) and "longhairs" en masse and herded them into prison camps for forced labor under a scorching sun. These young prisoners' "counter-revolutionary crimes" often involved nothing more than listening to music by The Animals and Santana.

When Madonna camped it up in her Che outfit for the cover of her American Life CD, she plugged a regime that criminalized gays and anything smacking of gay mannerisms. In the mid-'60s the crime of effeminate behavior got thousands of youths yanked off Cuba's streets and parks by secret police and dumped in prison camps with the sign "Work Will Make Men out of You" in bold letters above the gate (the sign at Auschwitz's gate read: "Work Will Set You Free) and with machine-gunners posted on the watchtowers.

The initials for these camps were UMAP, not GULAG. But the conditions were identical.

"Iron" Mike Tyson used to end fights with his arms upraised in triumph. In 2002 he got a huge Che tattoo on his torso, visited Cuba, and has been consistently and horribly stomped in fight after fight ever since, a process perfectly mimicking the combat record of his tattoo idol. Che was indeed proficient at smiting his enemies, Mike, thousands of them – but only after they were bound, gagged and blindfolded. Chances are, nobody disclosed this to you in Cuba, much less in the mainstream media. But I'm afraid the National Boxing Federation won't allow it anyway.

When the crowd of A-list hipsters and Beautiful People at the Sundance Film Festival (which included everyone from Tipper and Al Gore to Sharon Stone, Meryl Streep and Paris Hilton) exploded in a rapturous standing ovation for Robert Redford's "The Motorcycle Diaries," they were cheering a film glorifying a man who jailed or exiled most of Cuba's best writers, poets and independent filmmakers while converting Cuba's press and cinema – at Czech machine-gunpoint – into propaganda agencies for a Stalinist regime.

Executive producer of the movie Robert Redford (who always kicks off the film festival with a long dirge about the importance of artistic freedom) was forced to screen the film for Che's widow (who heads Cuba's Che Guevara Studies Center) and Fidel Castro for their approval before release. We can only imagine the shrieks of outrage from the Sundance crowd about "censorship!" and "selling out!" had, say, Robert Ackerman required (and acquiesced in) Nancy Reagan's approval to release HBO's "The Reagans" that same year.

Che groupies are many and varied. Christopher Hitchens, for instance, marvels at Che's "untamable defiance" and assures us in the same New York Times article that "Che was no hypocrite."

The noted historian Benicio Del Toro, who will star as his hero in a Hollywood biopic due next year, says that "Che was just one of those guys who walked the walk and talked the talk. There's just something cool about people like that. The more I get to know Che, the more I respect him."

More than his cruelty, megalomania or even his epic stupidity, what most distinguished Ernesto "Che" Guevara from his peers was his sniveling cowardice. His groupies can run off in a huff, slam their bedroom door and dive headfirst into their beds sobbing and kicking and punching the pillows all they want – but Che surrendered to the Bolivan Rangers voluntarily, from a safe distance, and was captured physically sound and with a fully loaded pistol.

One day before his death in Bolivia, Che Guevara – for the first time in his life – finally faced something properly describable as combat. So he ordered his guerrilla charges to give no quarter, to fight to the last breath and to the last bullet.

A few hours later, his "untamable defiance," lack of hypocrisy and "walking of the walk" all manifested themselves. With his men doing just what he ordered (fighting and dying to the last bullet), a slightly wounded Che snuck away from the firefight and surrendered with a full clip in his pistol, while whimpering to his captors: "Don't Shoot! I'm Che! I'm worth more to you alive than dead!"

His Bolivian captors begged to differ.

Humberto Fontova is the author of "Fidel: Hollywood's Favorite Tyrant," a Conservative Book Club "Main Selection."

QBANOLIBRE dijo...

¿Por qué no se habla la verdad de la Revolución cubana?
14/07/2005 | José Luis Guerrero
Hay una tendencia hacia la mentira, el engaño y la envidia en muchos seres y grupos humanos; y en el mundo moderno tratar de disminuir la participación y los aportes que realizan otros hombres, en una causa determinada, es el pan nuestro de cada día.

Cuando lo antes expuesto se realiza con intención de perpetuarse en el poder político avasallando a hombres y mujeres que han sacrificado sus bienes, sus familia y han expuesto hasta sus propias vidas, el daño es doble.

En el mal llamado proceso revolucionario cubano, se ha llegado hasta a la desaparición física de héroes de esa gesta como es el caso de la condena a 20 de cárcel del comandante Húber Matos Benítez, la condena a 30 años de cárcel de Mario Chanes De Armas quien estuvo desde el ataque al Cuartel Moncada junto a Castro, pero también podemos mencionar el fusilamiento del comandante Arnaldo Ochoa y de Tony De la Guardia cuya causa todavía no está muy clara, entre otros hechos
Resulta que uno de esos hombres que lucharon por lo que creía era una causa justa, y estaba contribuyendo al proceso de la democratización de su patria es el comandante Húber Matos Benítez, quien al no estar de acuerdo con la ideología comunista a la cual los Castro llevaban al pueblo cubano decidió separarse del gobierno. Ese fue un pecado que los Castro nunca le han perdonado.
Actualmente el comandante Matos Benítez ha emprendido una campaña por la libertad de uno de los cientos de presos políticos cubanos, el joven negro Jorge Luís García Perez”Antunez”. Esta campaña no ha sido bien acogida por el dictador de Cuba, quien ha enviado a uno de sus apologistas a defender su sistema con un maletín lleno de mentiras elaboradas por el propio dictador. Entienden que esta peregrinación les está echando por lo suelo la campaña publicitaria que llevan a cabo en República Dominicana con el objetivo de engañar a los ingenuos que aún creen en la utópica revolución caribeña.
Cabe señalar que el joven García Pérez “Antúnez”ha sido condenado a 18 años de prisión de los cuales ya ha cumplido 15 años. Este luchador no ha cometido ningún crimen excepto el de querer vivir en una patria libre y democrática, así como, que se respeten los derechos fundamentales del hombre, de acuerdo a lo establecido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Hacemos un llamado al mundo libre, a los defensores de los derechos humanos, así como, a todas las personas de buena voluntad a unirnos a la lucha por la democratización del pueblo cubano que ya ha cumplido 46 años de dictadura totalitaria y por una amnistía para todos los presos políticos en la hermana nación de Martí, Gómez y Maceo

QBANOLIBRE dijo...

NO, en CUBA no pasa nada>>>>

MANIFIESTO “POR LA LIBERTAD DE LOS PRESOS DE CONCIENCIA EN CUBA”. Presentado por José María Aznar al Comité Internacional por la Democracia en Cuba, en la Cumbre "Hacia la Democracia en Cuba", Praga, Septiembre, 2004.
15/09/2004 | Presidente José María Aznar

Como han denunciado la Unión Europea y prestigiosas instituciones, en la primavera de 2003 setenta y cinco pacíficos escritores, periodistas, bibliotecarios y políticos cubanos fueron injustamente apresados y condenados a penas de hasta más de veinte años de prisión. Entre ellos se encontraba Raúl Rivero Castañeda, Premio Mundial ‘Libertad de Prensa’ que concede la UNESCO, reconocido en Cuba como la voz más acreditada de la poesía y el periodismo contemporáneos.

Los supuestos delitos cometidos por estas personas consistían en escribir críticamente sobre la realidad del país, denunciar la violación de los derechos humanos, prestar libros “prohibidos” (como la Declaración Universal de los Derechos Humanos) y solicitar firmas -como autoriza la ley cubana- en apoyo al Proyecto Varela, para solicita la convocatoria de un referéndum sobre el destino político del país.

Lamentablemente, estos setenta y cinco prisioneros -de los que media docena han sido excarcelados por padecer graves enfermedades- no son los únicos cautivos políticos que existen la Isla. Estas últimas víctimas de la represión se sumaban a otros centenares de presos de conciencia internados en las cárceles cubanas, como es el conocido caso del Dr. Óscar Elías Biscet, fundador de una organización dedicada a la defensa de los Derechos Humanos.

A ese atropello a los derechos fundamentales de estos cubanos hay que agregar un terrible agravante denunciado constantemente por sus familiares: las miserables condiciones en que se encuentran, aislados en celdas insalubres, mal alimentados, a veces golpeados, y siempre humillados por militares y policías que parecen tener instrucciones expresas de maltratarlos para “quebrarlos” y hacerlos abdicar de sus convicciones democráticas, una práctica frecuente en la tradición represiva de este tipo de regímenes totalitarios.

Ante estos deplorables hechos, quienes suscribimos este Manifiesto le exigimos con la mayor firmeza al gobierno cubano la inmediata e incondicional liberación de todos los presos de conciencia, recordándole que Cuba es signataria de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y que no existe la menor coartada con la que pueda excusar o explicar esta flagrante violación de los derechos civiles y políticos de los cubanos.

Mientras ello no suceda, mientras existan en Cuba presos de conciencia, los demócratas del mundo entero no dejaremos de condenar al gobierno y defender a sus víctimas.

15 de septiembre de 2004

QBANOLIBRE dijo...

El gobierno Cubano no tortura. Cuba vive una plena democracia...lo crees asi?


Fidel Castro y su `cosa nostra'
07/05/2006 | Carlos Alberto Montaner

Cuando un amigo común se le quejó a Abel Prieto, ministro de Cultura en Cuba, de la golpiza dada por una turba a la señora Martha Beatriz Roque Cabello, una economista enferma de 61 años, éste bajó la cabeza y se excusó diciendo que ésas ''eran cosas de Fidel''. Le daba vergüenza que se cometiera un acto tan cobarde. A él le habría gustado poder evitarlo, pero no estaba en sus manos. En sus manos sólo estaba renunciar al gobierno, pero le faltaba valor para hacerlo. Pero tenía razón: salvo la presión internacional, en Cuba nada ni nadie puede detener la ola de violencia y vejaciones que sufren los demócratas, dentro y fuera de las cárceles, porque es el propio comandante quien ha dado la orden a sus numerosos matones para que golpeen, humillen, escupan e insulten a todo aquél que se atreva a criticar públicamente a su gobierno.

No se trata de actos aislados perpetrados por unos tipos sádicos. Es un plan cuidadosamente meditado. En las cárceles, los guardias tienen instrucciones para patear sin compasión a los presos políticos, o para dejarlos morir si se enferman, como está sucediendo con Héctor Maseda, con Héctor Palacios, con Oscar Elías Biscet y otras docenas de demócratas condenados por escribir artículos, prestar libros prohibidos, pedir un referéndum o distribuir la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Fuera de las cárceles, esa labor de represión violenta les corresponde al Partido Comunista y a la implacable policía política adscrita al Ministerio del Interior. El ministro, el general Abelardo Colomé Ibarra, supervisa hasta los últimos detalles de los llamados ''actos de repudio'' --los pogromos contra los disidentes--, los hace filmar, y pasa a Fidel y Raúl Castro una descripción detallada de los ataques a la oposición, junto a los videos en los que se registran estos actos.

Esta barbarie se deriva de la naturaleza psicológica de Fidel Castro y de su aprendizaje juvenil. Fidel es un tipo corpulento y agresivo que necesita constantemente demostrarse él mismo y demostrar al mundo que nadie puede retarlo impunemente en ningún terreno. De adolescente, en la escuela, apostó a que era capaz de tirarse de cabeza contra una pared. Lo hizo, y la conmoción cerebral lo mantuvo en cama cuatro días. Luego, en la universidad, se convirtió en adulto en un ambiente sumamente violento en el que el liderazgo se imponía mediante la eliminación física del adversario o por medio de la intimidación total.

Así era la atmósfera del gangsterismo político en La Habana de los cuarenta. A los 19 años, Fidel Castro intentó asesinar a tiros a otro estudiante, a Leonel Gómez, sólo para demostrar que él era una persona capaz de cualquier cosa. La permanente pistola al cinto era una señal. Sencillamente, estaba estableciendo su superioridad por un procedimiento bastante común entre los animales: exhibiendo su capacidad para hacer daño sin límites. Pocos años más tarde, iniciada la década de los cincuenta, cuando la oposición a Batista se dividió entre electoralistas que buscaban terminar con la dictadura por medios civilizados y los que habían elegido la vía de la insurrección armada, Fidel Castro organizó sus primeros pogromos para aterrorizar a los políticos pacíficos, muchos de ellos ex compañeros de su mismo Partido Ortodoxo. Para él la revolución sólo era otra forma de expresar su vocación pandillera, y aprendió, desgraciadamente, que el método funciona. Infundir miedo le ha servido para llegar al poder y para mantenerse en él durante casi medio siglo. Una de las frases que en privado más le gusta repetir --y suele hacerlo en un tono torvo acompañado por gestos de fiereza-- revela su carácter y sus convicciones: ``Nosotros conquistamos el poder por la fuerza, el que lo quiera deberá quitárnoslo de la misma manera''.

Este matonismo ni siquiera se limita a Cuba. Castro les ha dado instrucciones a sus embajadores para que fuera de la isla reproduzcan el mismo comportamiento. Por eso las embajadas cubanas, sirviéndose de sus simpatizantes, y a veces de los propios diplomáticos, ''revientan'' las conferencias o las apariciones públicas de figuras notables de la oposición, como los escritores Raúl Rivero, Zoé Valdés, Angel Cuadra, el comandante Húber Matos, el profesor Orlando Gutiérrez o el activista de derechos humanos Frank Calzón, golpeado por un funcionario cubano hasta dejarlo inconsciente, nada menos que en el palacete de Naciones Unidas de Ginebra donde se discutía si en Cuba se violaban o no las libertades de los ciudadanos.

Todos los días recibo tres o cuatro mensajes de madres, hijas o esposas que denuncian los horrores que padecen sus familiares dentro y fuera de las prisiones y me piden ayuda. A mi alcance sólo está divulgar lo que me cuentan. Les sugiero, eso sí, que documenten esos agravios para cuando llegue el día de la libertad. Será, también, la hora de la justicia.

Melkor dijo...

Aunque no lo creas, he leido muchos libros, y no todos hablan bien de la revolución, ni están de acuerdo con ella, pero solo han servido para confirmar mi apoyo a esta revolucion.
Me dices que Cuba antes del 59 era un paraiso, mas adelantado que muchos paises de Europa, creo que en lo unico que estaba mas avanzada era en los métodos de represión y tortura.
Todos los datos que me das, deben tenr al menos 47 años de atraso, ya que el panorama es el deantesd de la revolucion. He desarrollado mi opinion a traves del conocimiento del capitalismo y del socialismo, de la lectura de El Capital (que incluso los ideologos capitalistas leen) y cada vez me convenzo más de que el capitalismo no vale ni un centavo, que el socialismo es la forma de desarrollo que puede hacer a los hombres iguales y libres, y realizarse plenamente.

When you speak about Che, you must show respect, he is one of the greatest men in history, he sacrificied his personal life for the cuban people and all the latinoamericans. When you said that Che faced for the first time a true combat before he was captured, I almost laught. Think about it, you are saying that the bolivian army, the Batista´s army were a joke, you are so mistaked. Batista´s army were one of the best in Latin America, you can check the numbers of that time.
It seems that you, with all of your expression freedom, hasn´t read anything of the story of your country, and you don´t have to check the cuban sources to find out the truth.
Every man executed by the revolution, was convicted by a tribunal, they all had defense lawyers and their crimes were proved.
An advise, in order to get credivility you should read a litle more and speak the thruth.

Los prisioneros de conciencia, no son tan buenos ni tan santos como los pintas ellos reciben salarios de los vecinos dl norte, para desestabilizar el pais, no son grandes escritores, figurate que nadie los conoce, y si quieres ver critica al gobierno, no hay mas que ver el cine cubano, y los shows humoristicos.

Cuando hablas de Abel Prieto, no te creas todos los chismes que oigas, muchas cosas se puden decir, sin que sean ciertas, como todo lo que dices.
Leo las cosas que pones, y me parece estar leyendo una pelicula del sabado, y se parece mucho a una ¨Historia americana X¨ ¿Estas seguro que no sacaste nada de las peliculas americanas, o de la propia sociedad americana?