martes, octubre 24, 2006

¿Quienes son los malos?

El mundo está lleno de pobreza y males sociales y no pocas veces nos preguntamos la razón de tanta pobreza y tanto dolor.
Los campesinos dirán que es a causa de la falta de tierra, de la explotación de los terratenientes y las compañías extranjeras que los sacan de las tierras que les han pertenecido por cientos de años.
El obrero dirá que es culpa del dueño de la fábrica que no les paga lo necesario para sobrevivir.
El maestro dirá que es culpa del gobierno que no presta atención a las demandas sociales ni se preocupa de sus pueblos.
El ciudadano de un país desarrollado, sobre todo en los Estados Unidos(la tierra de las oportunidades), dirá que es a causa de que los habitantes de los demás pueblos son unos vagos, que no tienen ambiciones y no les interesa progresar.

Todos tienen razón en parte, en la parte que le corresponde a cada cual. Lo cierto es que en todas las esferas de la vida humana, hay explotación, de una manera u otra, siempre está presente. Por lo que podemos llegar a la conclusión de que el problema reside en el sistema en general, que se basa en la explotación.
No importa cuantas buenas intenciones tenga un gobierno, no logrará erradicar las diferencias mientras no cambie el sistema social, ya que el capitalismo genera las diferencias y bajo este sistema es imposible erradicar la pobreza. Para que haya ricos muy ricos, tienen que haber pobres muy pobres, ya que los recursos no dan para que todos seamos muy ricos, por el momento, la producción sólo alcanza para que todos tengamos un nivel de vida medio, donde este medio significa casi riqueza para los pobres de este mundo.
Uno de los resultados más alarmantes de la sociedad capitalista es la enajenación, que es el proceso mediante el cual el hombre deja de verse como ser social y comienza a ver al prójimo como un enemigo al cual hay que aplastar a la menor oportunidad para subir en la escala social. Este proceso ha alcanzado altos niveles en la sociedad de consumo, ideada para evitar las crisis económicas de superproducción, pero que convierten al individuo en una máquina de comprar, no importa que.
Ha llegado el momento en que el sistema capitalista atenta en contra del desarrollo y supervivencia de la humanidad, como lo demuestran las alarmantes predicciones de cambios climáticos globales o las estadísticas acerca del hambre o los enfermos de Sida.
Para que la humanidad sobreviva a estas amenazas, se impone un cambio profundo en el orden social a nivel mundial. Ha llegado la hora en que los pobres deben tomar su lugar.

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